Nuestra economía se mueve a través de los diferentes transportes. Es aquí, donde surge la aparición cada vez más frecuente del transporte aéreo, que ha sido normalmente descartado para grandes cargas por su elevado coste, pero cada vez se va tomando más en cuenta. Cuentan con los tiempos de tránsito como su principal ventaja aunque como ya comentamos, su elevado coste y la contaminación al medio ambiente son sus principales hándicaps.

Cabe destacar, que este no es el único transporte que afecta a la sostenibilidad del planeta. En carretera, la contaminación que produce los vehículos dañan tanto el medio ambiente como la salud humana.

El transporte marítimo también es una fuente de contaminación global. Provoca cerca del 3% de los gases de efecto invernadero del mundo, así como el 13% de las emisiones de óxido de nitrógeno (NOx) y el 12% de las de óxido de azufre (SOx).

Ante esta realidad, es crucial promover y adoptar medidas que fomenten los transportes sostenibles en todas sus formas. Las alternativas existen y son viables. En tierra, apostar por soluciones como el tren eléctrico o camiones con tecnología híbrida. En el aire, las aerolíneas pueden optar por utilizar biocombustibles o invertir en tecnologías más eficientes y menos contaminantes. Y en el mar, es fundamental implementar regulaciones más estrictas para reducir las emisiones de los buques y promover el uso de energías limpias, como la energía eólica y solar.